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La piel, nuestra barrera protectora contra el mundo exterior, a veces puede reaccionar ante diversas influencias ambientales o emocionales y productos químicos, lo que lleva a la sensibilización, inflamación e irritación cutánea.
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Estos problemas que experimenta la piel no solo pueden ser incómodos, sino que también pueden afectar la apariencia y la salud general de la piel, además del autoestima de quien se ve afectado.
¿Cuáles son los efectos del estrés en la piel?
El estrés es uno de los desencadenantes más comunes de irritación en la piel. Cuando estamos estresados, nuestro cuerpo produce una hormona llamada cortisol, que está relacionada con el aumento de la inflamación e irritación de la piel, al desbalancear la acción de una sustancia llamada prostaglandina, que regulan el modo en que el cuerpo responde a la inflamación.
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Además, el cortisol aumenta la secreción sebácea, haciendo que empeoren los cuadros de acné o que experimentes puntos negros o granitos, sin antes haberlos tenido.
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Por último, es una de las formas de origen de los radicales libres, que dañan la piel a nivel celular, destruyendo las proteínas que dan firmeza e hidratación, logrando que tu piel luzca opaca, irritada y con pérdida de firmeza.
¿Recuerdas cuál es uno de los riesgos de que la piel se inflame? exacto, el mal funcionamiento de la función barrera de la piel.
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Eso, en palabras sencillas significa que la piel se deshidrata porque no puede mantener el agua dentro, y a causa de esa deshidratación comienzan síntomas como el picor, el ardor, la respuesta exagerada a los alérgenos (por el aumento de histaminas) y la sensibilidad.
La sensibilidad de la piel no es que tu piel sea muy reactiva a los productos que le aplicas. No, va más allá.
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Una piel sensible es una piel que poco a poco fue desarrollando aumento de capilares dilatados (telangiectasias) y rojez constante.
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Es una piel que experimenta rojez cuando se ejercita, cuando pasa por emociones fuertes, cuando come algo picante, o cuando se expone a mucho frío o calor. La sensibilidad es la respuesta de la piel cuando no hay una barrera funcionando al 100%.
Esta sensibilidad puede ser genética (dermatitis atópica - alergias), o puede originarse a causa de haber usado productos agresivos con la piel, con una limpieza excesiva, con uso de medicamentos sensibilizantes, con exposición a climas extremos, haberte expuesto a químicos irritantes o haber pasado por períodos de estrés constante o falta de sueño.
¿Podemos reparar esta piel?
Lamentablemente la piel sensible no se puede “curar”, pero si podemos mantener la sensibilidad en control. Sé que suena fácil decirlo, pero hacerle frente al estrés y hallar formas de manejarlo, es algo que ayuda mucho, especialmente si tienes ciertas condiciones en la piel que empeoran con esto, como la rosácea, el acné, la dermatitis atópica y la psoriasis.
La clave con una piel estresada (estado transitorio) y una piel sensible (estado permanente), es ayudar a reducir la inflamación y ayudar a reparar o restaurar la barrera cutánea.
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Estos tres ingredientes suelen ir juntitos en algunos productos para potenciar el efecto descongestivo, anti enrojecimiento y calmante.
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Recuerda que cada piel es un mundo y por lo tanto, las intolerancias son personales y nadie conoce mejor que tú los productos e ingredientes más adecuados.Lo “natural” no siempre es lo mejor para todos y lo sintético no es sinónimo de irritación.Te recomendamos realizar un test de parche antes de usar cualquier producto nuevo.
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